Las caras de la Luna

Las caras de la Luna

lunes, 4 de marzo de 2013

EDWARD BACH


 

1º parte de  Su vida

  
Edward Bach nació el 24 de septiembre de 1886 en Moseley, un pueblo enclavado en el verde campo de Gales, Inglaterra, era el mayor de sus tres hermanos de origen galés. Su padre tenía una fundición de latón.

Bach era de complexión física delicada. Curioso y reflexivo, al pequeño Edward le gustaba perderse silenciosamente en la observación de la naturaleza que lo rodeaba, los árboles, las flores, de los arroyos que aún hoy atraviesan su tierra. Su decisión de ser médico, para ocuparse del sufrimiento de los seres humanos, fue precoz.

En 1902, a la edad de 16 años, terminó sus estudios primarios y del 1903 al 1906 trabajó en el negocio familiar pero debido a su complexión física delicada lo tuvo que dejar y se decide a estudiar medicina después de enormes dudas entre ella y estudiar teología.

Según su principal biógrafa, Nora Weeks, desde la edad escolar decidió ser médico y en 1906 ingresó en la Facultad de Medicina graduándose en 1912. Se graduó con el diploma de Salud Pública de Medicina en Londres y más tarde el de Filosofía de la Universidad de Cambridge de Inglaterra.

En 1913 desarrolla su primer trabajo como director del Departamento de Accidentes, responsable de lo que hoy día sería médico de guardia o urgencias en el Hospital del Colegio Universitario.  

En 1914 fue director médico del Hospital del Colegio Universitario teniendo la responsabilidad de una sala con 400 camas para heridos de guerra. Bach se dio cuenta de que los Hombres serán tratados como simples piezas de un hospital y, para él cada hombre tiene su história, emociones, sensaciones, sueños y necesidades que no se pueden ignorar. Y sin embargo la atención de sus colegas y del mundo académico estaba siempre dirigida sólo a la enfermedad.

Para Bach no quedaban dudas: lo que debía ser curado era el ser humano en su complejidad. Posiblemente esta experiencia fuera la chispa que le inspiró en la búsqueda de un método terapéutico no tan agresivo y que sirviera para curar las enfermedades buscando la causa en el interior de sí mismos. Su salud ya estaba afectada dado que fue rechazado del servicio militar activo.

En 1915 crea su propio consultorio privado en Harley Street. En este período Bach ya no estaba satisfecho con los métodos de la medicina alopática, quizás debido a las experiencias consigo mismo. En 1916 desarrolla una enfermedad intestinal, parece ser que se trataba de un cáncer, que le produjo una grave hemorragia y en 1917 tuvo que ser operado de urgencia al descubrírsele un tumor con metástasis y se le pronosticaron tres meses de vida.  

Reaccionando con valentía, superando su angustia y con una impresionante voluntad, se cuenta que pasaba días y noches en su laboratorio investigando sin cesar, logró que el tumor sufriera una regresión. Su laboratorio fue conocido como “la luz que nunca se apaga”. Todo ello le llevó a pasar de la cirugía a la inmunología ya que le apasionaba todo lo que pudiera reforzar los mecanismos naturales defensivos del hombre.

De 1918 a 1922 trabaja en el Hospital Homeopático de Londres. Su encuentro con la Homeopatía le entusiasma al descubrir el Organon de Samuel Hahnemann y conecta con su pensamiento. Estudia la Homeopatía, la antroposofía y la ayurvédica buscando una comprensión de lo psíquico. Investiga sobre las bacterias y los virus y en 1918 descubrió la vacuna contra la influenza o la toxemia intestinal (siempre indagando sobre su propia enfermedad). En 1920 publica sus primeros trabajos sobre la toxemia intestinal e ingresa como bacteriólogo en el Hospital Homeopático de Londres y vuelve a abrir su consultorio de Harley Street. Usando siete tipos de bacterias intestinales (Proteus, Disenteria, Morgan, Faecalis alcaligenes, Coli mutabiles, Gaertner y Bacilo nº 7) preparó vacunas específicas de suministro bucal y no por vía parenteral.  

Son los nosodes de Bach que aún se usan actualmente. Estaba convencido de la relación que une la toxemia intestinal con las enfermedades crónicas y con el cáncer.
Se dio cuenta que sus siete nosodes correspondían a siete tipos psicológicos y eran prescriptibles según el carácter del paciente, basándose en el principio homeopático de similitud. Bach se dio cuenta de que la enfermedad del cuerpo está asociada a los estados emocionales negativos del ser humano.

Rudolf Steiner fue un gran propulsor del desarrollo de su teoría. De Steiner conoció el poder curativo de las plantas y las flores, la importancia astrológica de la siembra y su recogida y sus propiedades espirituales. Durante este periodo Bach llegó a la conclusión de que la enfermedad es un desacuerdo entre el alma y la personalidad del paciente.

Ingresa en la Masonería con lo que llega a tener una importante información astrológica, una asignatura fundamental en la Masonería, ya que en Los doce remedios florales y sus indicadores, dice textualmente:

Averiguamos nuestra personalidad en función de la posición de la Luna en el momento de nuestro nacimiento”